Muchos de los tratados que explican el origen de la Luna hablan del choque de un asteroide del tamaño de Marte contra la Tierra que expulsó al espacio toneladas de rocas que con el tiempo se fusionaron para formar el cuerpo celeste que conocemos. Un grupo de científicos acaba de desmontar esa teoría.
La geoquímica Zhang Junjun, de la Universidad de Chicago, analizó muestras lunares recogidas por las misiones del Apolo en las décadas de 1960 y 1970 y las comparó con muestras de la Tierra.
Según la teoría del gran impacto, que habría ocurrido hace 4.5 millones de años, si un cuerpo externo se estrelló con el planeta, la Luna debería ser el resultado de una mezcla de la masa del asteroide y de la Tierra. Junjun encontró la misma composición tanto en la Luna como en la Tierra.
"Lo que encontramos es que en el niño, en este caso la Luna, no se ve ninguna diferencia con la Tierra. Es un niño con un solo progenitor", explicó en la revista Nature Geoscience Nicolas Dauphas, coautor de la investigación.
El equipo analizó los isótopos de titanio, un elemento altamente resistente que tiende a mantenerse en un estado sólido a pesar de grandes temperaturas, una especie de ADN de los cuerpos siderales. El resultado: la Luna y la Tierra tienen una composición isotópica idéntica.
Aunque la investigación despeja el enigma de la colisión, reaviva la antigua pregunta: ¿de dónde vino la Luna?
Otros posibles orígenes
Una de las teorías alternativas es la atracción gravitatoria: la Luna era un cuerpo que vagaba en el espacio hasta que fue atrapado por el campo gravitatorio de la Tierra.
Otra, expuesta por el hijo de Charles Darwin, George Darwin, señala que una incipiente Tierra que giraba aceleradamente sobre su propio eje (una vuelta cada 2,5 horas), expulsó al espacio trozos de su masa que luego se fusionaron y formaron el satélite.
Una tercera opción es que tanto la Tierra como la Luna se formaron juntas. Todas las teorías no explican fenómenos como la sincronía de las orbitas de ambos cuerpos, un detalle fundamental que si encajaba en la teoría del gran impacto.
En esa versión, una vez que el asteroide Theia, nombre con el que se le bautizó (en la mitología griega es la madre de la Luna), impactó contra la Tierra, la temperatura subió a los 10.000 grados centígrados, generando un océano de magma hirviente que explicaría el tamaño inusual del núcleo metálico del planeta.
Mientras tanto en el espacio los trozos expulsados del choque comenzarían a fusionarse, con su propio núcleo metálico.
Los defensores de la teoría señalan además que sin colisión, la Tierra no sólo no tendría Luna sino que sus días durarían casi un año actual.
Sin rastro del choque
El equipo de la Universidad de Chicago, no obstante, baraja algunas posibilidades para explicar la ausencia de rastros de isótopos de titanio de Theia en la Luna.
Una de ellas es que, aunque el titanio es muy resistente, podría haberse evaporado. Una teoría poco probable, subraya Dauphas, porque en un impacto de tal magnitud se comparten grandes cantidades de material.
Otro escenario es que el choque si se produjo pero fue con un cuerpo helado carente completamente de titanio. "Pero no hay cuerpos hechos solamente de hielo en el Sistema Solar. Siempre tienen un fracción significativa de material sólido y, por tanto, de titanio", detalla el experto.
Sabe que su descubrimiento ha resuelto un enigma pero el origen de la eterna compañera de la Tierra sigue siendo un misterio.
BBC
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